Por: Manuel Madueño Ramos
Muy pocos lugares del Perú, guardan una
hermosa y singular belleza natural que se impregnan profundamente en los
intersiccios del alma: la provincia de Yauyos, departamento de Lima. A fines del
mes de enero del presente año un grupo de Turistas Norteamericanos, visitaron
nuestra provincia llegando hasta Huancaya situado al pie del cerro
“Huayllahuacán”, dios protector, venerados por los aborígenes desde miles de
años. Y para confirmar in situ fue guiado por este su humilde servidor a ese
paradisiaco lugar publicitado por el Ing. Herbert Alejandro Salhuana, hombre
cultísimo amante de la historia de Yauyos.
Partimos de Lima por la
carretera Panamericana Sur, teniendo a nuestra derecha el anchuroso mar del
Océano Pacífico y a la izquierda el desierto de la Costa, donde las dunas en
pocas horas cambian de lugar, forma y tamaño por acción de los vientos locales.
Recorrimos 154 kms hasta Cañete, antiguo valle fértil de los “Guarcu”. Viramos a
la izquierda para ingresar al distrito comercial de Imperial donde adquirimos
algunos kilos de manzana para mitigar el hambre, pero Juan Pascual, el diligente
chofer de la “Empresa San Juan” de Yauyos ya nos tenía aguardando un buen
desayuno: tortilla de camarones con yuca en uno de los barrios, antes de llegar
del distrito de Lunahuaná.
Después de un pantagruélico desayuno seguimos
nuestra ruta, haciendo un brevísimo alto en el distrito de Lunahuaná, para
esculpir en nuestra cámara fotográfica su Plaza de Armas y su Templo Colonial al
“Apóstol Santiago”. Continuamos por Condoray, Uchupampa, Catapalla, cruzamos el
puente Pacarán y llega a Zúñiga. Después de diez minutos de cruzar este pueblo,
al otro lado del río observamos estábamos una inmensa piedra en forma de un
cráneo humano, acompañado de un león que quedan en la jurisdicción del distrito
de Chocos. Seguidos raudamente por el pueblo de San Juan, último anexo de
Cañete, luego San Gerónimo, atravesamos el puente de “Huayllampi” sobre el río
Cacra y luego el puente de “Catahuasi” sobre el río Tupe; después ambos puntes
colapsados por aluviones y huaycos.
En un santiamén nos encontrábamos
recorriendo por Canchán, Putinza, Capillucas, pasamos de largo cerca a la laguna
artificial de Chinchay, Auco, Magdalena hasta Tinco Alis. De Llapay, km 292, por
sugerencia del chofer nos desviamos al distrito de Laraos. Y mientras
ascendíamos por unos zigzags nos maravillamos admirando de las milenarias
andenerías construidas época de los Sinchimarca; otro lugar apacible es la
laguna de “Cochapampa” que se reseca en los meses de abril a diciembre sirviendo
como campo deportivo.
Volvimos por la misma vía hasta Tinco Alis,
atravesamos el río e iniciamos el ascenso hacia Vitis por un cerrado acantilado
que fue abriéndose. De pronto apareció la laguna de “Piquicocha”. Según el Ing.
Alejandro, en uno de esos montes llenas de piedras históricas, el Dr. Sergio
Armas Castro ex Vocal de la Corte Superior de Lima de pequeño apacentaba sus
ganados. Es una laguna tranquila, sin olas. ¿Quién podría extraer el sonido de
ese silencio? Nadie. Tomamos algunas vistas de algunos mamíferos que devoraba el
gramado. Casi al atardecer llegamos a la tierra de los ayllus: Vitis ayllu,
Tomas ayllu y Cochas ayllu, cuna del ex -alcalde Aníbal Flores Bejarano. Es una
hermosa ciudad de calles empedradas, casas de piedra y adobe, un Templo y una
Plaza de Armas, en sus jardines crecen algunas plantas de quinual.
A
nuestra vista se presenta el fondo mágico de un río de aguas tranquilas. El
espectáculo sigue deslumbrándonos, son las 5.30 pm y el sol empieza declinar. Y
en 15 minutos llegamos al distrito de Huancayana, que está a 3,500 msnm y a 170
km de distancia de Cañete. Tiene uno de los más hermosos paisajes del Perú.
Caminamos por el puente colonial de cal y canto. Desde allí apreciamos la
belleza de este lugar mágico y celestial. Las aguas bajan suavemente por la
quebrada sin hacer ruido como queriéndonos decir que están en el paraíso del
Mundo. Y en verdad es el templo de la belleza inigualable de nuestro
Yauyos.
El sol sigue descendiendo y el frío empieza filtrarse por
nuestras vestimentas, tenemos que abrigarnos, talvez los dioses de las montañas
quieran dejarnos alguna señal de nuestra visita. Nos da la bienvenida Víctor
Alejandro, empleado del Concejo distrital, llevándonos a uno de los más cómodo
hoteles. También aparece un empleado del Ministerio de Salud, viñaquino, paisano
mío, nos saluda cordialmente. Esa noche pernoctamos allí, bajo las miradas
tutelares de las altísimas montañas, escuchando el vago rumor de las aguas del
río, que se arrastra como una sierpe en acecho.
Al amanecer del día
martes 24 de febrero, después de desayunar trucha frita fuimos al pueblo de
Vilca que está a 3,800 msnm, a 17 km de Huancaya. Es otra maravilla creada por
la naturaleza y los dioses. El agua desciende mansa y dulcemente, formando
lagunas y cochas de un color azulino, verde esmeralda que contrasta con las
verduscas colinas. Desde la parte más alta del camino divisamos una montaña
nevada es el dios “Pariaqaqa”, vencedor de “Huallallo Carhuincho”, dios de los
Huarochiranos y de la Nación de los Yauyos.
Vilca, está en una pequeña
explanada a las orillas del río Cañete. Llegar a este lugar es como arribar a un
territorio vedado para los mortales, morada sólo para los dioses. Al lado de la
plaza principal esta la casa que construyó el ex Presidente Alberto Fujimori,
convertido en un hotel. Allí todo es maravilla, la belleza y el paisajes es
indescriptible, fantástico. También tiene su colonial, para seguir gozando de
esta perfección Divina, creada por dioses extraños.
Con las últimas
energías que nos quedaban aquel día, escalamos una cumbre donde está el mirador
“Cantagallo”. De allí observamos el “Bosque del amor” la suave caída de las
aguas, no en choro violento sino como descendiendo por una larga escalera,
descansando en cada peldaño, dando elegancia al espectáculo, haciéndolo más
cautivador. Dejamos esta tierra prometiendo regresar. Ingresamos al distrito de
Alis, cruzamos por la parte alta hasta llegar al imponente e impresionante cañón
de “Uchco”, obra monumental y colosal, construida por extraños alienígenos y no
por hombres mortales o “michipulsos”. Luego tomamos el regreso para llegar a la
capital a las diez de la noche. Y gracias a ellos conocí una parte hermosa de
nuestro Yauyos.
en miércoles, marzo 21, 2012.